Reseña literaria: La primera mano que sostuvo la mía

Libro del club de lectura. A Maggie O’Farrell la conocimos con “Sigo aquí”, una novela autobiográfica, muy al estilo de las mil maneras de morir; nos regala una historia en fragmentos de saltos al vacío donde la autora-personaje se asoma (y nosotros con ella), a la ventana de los sufrimientos, las fugas, de cómo casi te mueres. Nos gustó, a algunos bastante. La primera mano, por el contrario, abraza un único tema: la maternidad. Entregándonos una historia con frases demoledoras y profundamente amorosas. Tres mujeres estarán conectadas a través del tiempo, la vida, el arrebato, el deseo, la esperanza, y el amor, sobre todo el amor, pese y contra la muerte.

Una jovencita llamada Lexie Sinclair abandona su casa, en el campo, para buscarse camino en la década de los cincuenta, en un Londres que está floreciendo, donde se reencuentra a Innes Kent, el editor de una revista de arte, alrededor de los ambientes subterráneos y bohemios de Soho. Ambos se enamoran y sí, vivirán su tórrido y compulsivo romance. Corto, apasionado y triste. La obra nos asoma hacia el interior de la protagonista, una joven y célebre crítica de arte, madre de un solo niño al que llamó siempre Theo. Paralelamente nos acercamos al joven matrimonio de Ted y Elina, dos primerizos padres que sufren una suerte de lagunas mentales. Ambas tramas se entretejen en una única historia sobre el ejercicio de ser mamá, y sobre ser una mujer en dos épocas distintas que, en algún momento, convergen en la vida de un nene con dos poderosas incógnitas: ¿quién es mi madre? y ¿qué es una madre?  

Es una novela joven, podríamos hasta afirmar que su tema es predecible y recalcitrante. Pero lo hace bastante bien, vivimos, como lectores, a través de la vida y las decisiones de su heroína Lexie. aprendemos a sentirla cerca, nos enseñó quizá inconsciente e involuntariamente, el destino y legado de tantas mujeres. Las últimas cuartillas se sintieron tan cortas. Recomendable.

“Luchó como una loca. Luchó por su vida, luchó por volver. Siempre ha querido decirle esto, de algún modo. Lo intentó. Le gustaría decirle: «Theo, lo intenté. Luché porque no me parecía posible dejarte allí. Pero perdí»”.

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